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05 de septiembre del 2016

Despedida de Elizabeth C. Wilhelmsen

Despedida de Elizabeth C. Wilhelmsen

DESPEDIDA A LOS MIEMBROS DE LA REAL ACADEMIA DE BELLAS ARTES Y CIENCIAS HISTÓRICAS DE TOLEDO

 

Os dirijo estas palabras desde los Estados Unidos, donde resido habitualmente. Una novedad es que estoy a punto de profesar de Carmelita Seglar, acontecimiento que representa la culminación de ‘hartos’ anhelos, como diría Santa Teresa.

 

Ahora, es asaz difícil, resumir toda una vida, toda una andadura existencia, en unos renglones. Para empezar apuntaré que soy hija de Frederick Wilhelmsen, un intelectual norteamericano algo conocido.

 

Toda vez haber nacido en California a principio de los 1950, nuestros padres optaron por trasladarnos a toda la familia a la austera, adusta, recia ciudad de Ávila en 1957. En efecto, fue allí donde comenzó a germinar ese amor por el Carmelo que posteriormente habría de florecer.

 

En la adolescencia, cursé estudios en más de una universidad estadounidense. El impacto intelectual de mi padre, que fue significante, se resume a que éste me impartió un entender de las cosas imbuido de una fuerte hebra peripatético-tomista; hebra que, en el dominio del Ser, se me tradujo en una pujante metafísica  «realista», complementada, en la esfera del Conocer por una epistemología asimismo realista, influida también por Joseph Owens. Recuerdo que, en mis recapacitaciones juveniles, mis raciocinios me impulsaron a rechazar todo lo derivado de Freud, incluyendo la noción del subconsciente.

 

En cuanto a trabajos, el primero fue Knowledge and Symbolization in Saint John of the Cross (Peter Lang, 1993), estudio que explora ciertos misterios noético-cognitivos que atañen a la experiencia sobrenatural del místico; experiencia que, no obstante estar imbuida de paradojas deutero-dionisiacas, llama la atención por su coherencia interna. Por ende, en ese entorno perplejante de la experiencia mística, los elementos de claridad y luminosidad dominan sobre los de oscuridad y misterio.

 

Por otra parte, Cantores del Corpus Christi: antología de poesía lírica toledana (Peter Lang, 1996) -colección enriquecida con pormenorizados bosquejos biográficos-, ostenta versos por una amplia gama de autores, los cuales datan desde la Edad Media hasta nuestros días. Susodichos poetas se inspiraron en ritos locales, incluyendo la mismísima liturgia hispanomozárabe.

 

De paso, las dos monografías anteriores, así como un buen número de artículos de investigación, muchos de tema sanjuanista, se hallan disponibles, para descarga automática, bajo mi nombre, seguido del título de la obra, y Digital Commons@University of Nebraska Lincoln.

 

Algo más reciente ha sido San Juan de la Cruz y su identidad histórica: los 'telos' del león yepesino (Madrid: Fundación Universitaria Española, 2012), meditación existencial sobre las raíces culturales y ancestrales de este sujeto ibérico pos-renacentista, el cual nació en Fontiveros [Ávila] en 1540 y falleció en Úbeda [Jaén], rondando 1591. El estudio coteja los frutos de la investigación personal de la autora con ciertos desarrollos actuales tocantes a la genealogía de San Juan de la Cruz; cotejo que se lleva a cabo conforme a los estándares más rigurosos de la investigación contemporánea. La genealogía como tal se configura en una serie de ocho [8] minuciosos árboles gráficos.

 

Por añadidura, ciertos capítulos de este estudio abordan la cuestión de cómo, desde un punto de vista estilístico, este poeta y artista innovador, consiste en una figura importante de transición entre el Renacimiento y el Barroco.

 

El ser y el conocer en Cervantes: un renovado «realismo» de cariz peripatético (Madrid: Fundación Universitaria Española, 2012).

 

Sobre este postrimer volumen, en el cual se confronta, en el Quijote, una serie de temas que muchos prefieren evadir, de momento no les suplo resumen, ya que envié uno, el cual, si no me equivoco, se colocó en estas páginas.

 

Todo lo anterior bien puede esclarecer la coyuntura actual de la infrafirmante, momento en que ésta espera hacer profesión de Carmelita Seglar dentro de unos días, acaecimiento que representa la culminación de muchos anhelos vitalicios. Y que probablemente me conceda el derecho a enterramiento en el estimado hábito marrón.

 

Sobre la mortalidad humana, se me viene a la memoria el poema de Jorge Guillén, «Muerte a los lejos». Y tal compendia de modo genuino mi actitud. No obstante, ante la inexorabilidad de la misma, incumbe traer a colación los versos de San Juan de la Cruz,

 

Gocémonos, Amado,

 

y vámonos a ver en tu Hermosura,

 

al monte y el collado,

 

do mana el agua pura,

 

y entremos más adentro en la espesura.

 

Versos del «Cántico espiritual», B36, cuya carga simbólica, conforme al comentario en prosa, evoca nada menos que la visión o contemplación, por parte del sujeto humano, de toda la Creación, con su inmensa riqueza y variedad, almas y ángeles inclusive, a través de Dios en la Visión Beatífica. Huelga decir, ante tanta profundidad, no cabe sino enmudecer.

 

Dado a 22 de agosto, 2016, Coronación de la Santísima Virgen,

 

Elizabeth C. Wilhelmsen (Profesora emérita. University of Nebraska. Lincoln).

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