AGUADO GÓMEZ, Mª R. (2016). “La Escuela de Artes, punto de inicio de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo. su vinculación a lo largo de un siglo” en TOLETVM nº 61, pp. 207-247.

ALDEA HERNÁNDEZ, Ángela. (1997). “Los Rubio, perfil de una saga de Artistas” en archivo de Arte Valenciano, nº 78, año LXXVIII, Real Academia de B.B. A.A. de san Carlos, Valencia, pp.154-164.

SÁNCHEZ GONZÁLEZ, Ramón, Historia de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo (1916-1966), Ediciones Puertollano, 2017, 192 pp.

Se trata del busto del cardenal Cisneros, de serenidad clásica, revestido con ropa litúrgica, ostentando al frente un medallón ovalado, ornado con el tema de la imposición de la casulla a San Ildefonso, bajo el que se encuentra el escudo con sus armas.

Desde la peana asciende una corona de laurel que ocupa el tercio inferior del busto.

Retrato idealizado del cardenal Francisco Jiménez de Cisneros, inspirado en el retrato de perfil que talló en alabastro Felipe Bigarny, conservado en la Universidad Complutense de Madrid.

Es una pieza de gran calidad, a pesar de la pobreza del material original y quizá pensada ser copiada en bronce o mármol.

El rostro, de un modelado fino y elegante, se presenta serio con rasgos de dureza en las facciones mostrando su recia personalidad, aunque más joven que en otras representaciones del cardenal, como el atribuido a Orfeo Boselli, o el cuadro de Eugenio Cajés. Sus rasgos recuerdan los del sepulcro del cardenal en Alcalá, basados en su máscara funeraria.

Lleva la capa pluvial abrochada con un medallón ovalado en que el tema de la Descensión de la Virgen hace patente su dignidad de arzobispo de Toledo.

Roberto Rubio realizó esta obra en 1917 como preparación a las conmemoraciones del cuarto centenario de la muerte de Cisneros, en homenaje a la gran labor religiosa, cultural y política de esta gran figura del Renacimiento español. En general, la obra de Rubio adopta un estilo figurativo y académico, al margen de las nuevas corrientes vanguardistas.

El autor, Roberto Rubio Rosell, fue miembro de una larga saga familiar de escultores, nació en Barcelona, formándose junto a sus hermanos Robustiano y Rafael, en la Escuela de Bellas Artes de San Carlos de Valencia desde 1895, donde se había trasladado su familia. Llegó a Toledo como profesor de término de Modelado y Vaciado de la Escuela de Artes en 1913, hasta 1941 en que se trasladaría a la de Valencia, donde también gana la plaza de profesor de Arte Decorativo, llegando a ser director desde 1945 hasta su jubilación.

Sin embargo, su labor como escultor es poco conocida, destacando dentro del ámbito de la escultura pública el busto de Damián Forment portando una maqueta del retablo mayor de la Basílica de Zaragoza, en Valencia. Una copia en yeso se conserva en la Academia de San Carlos de Valencia. En Toledo dejó obras como el busto dedicado al cardenal Cisneros conservado en la Real Academia; busto del comandante Villamartín inspirado en la escultura de Mariano Benlliure, que conserva el Museo del Ejército, y el del general José Villalba Riquelme (Academia de Infantería), el del ceramista Sebastián Aguado o de Teresa Sancho, una joven toledana. Realiza también el diseño del retablo mayor de la parroquia de Santo Tomé en un lenguaje purista. Otras obras: Amor y Trabajo (Museo de Barcelona), Oración y sueño de 1914 (Real Academia de san Carlos), Puesta de Sol y El hombre, busto de niño esta última, notable por el amor con que está estudiado el natural.

Se presentó a muchas Exposiciones Nacionales, ganando una 3ª medalla en 1910, 2ª en la de 1912 y 1ª medalla en la Exposición Nacional de Barcelona de 1913. Igualmente, medalla de oro en la Exposición Regional de Valencia. de 1909. Fue nombrado en 1950 Académico Honorario de la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos.