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10 de febrero de 2021

Informe sobre la afección de la borrasca «Filomena» al arbolado de la ciudad de Toledo

Informe sobre la afección de la borrasca «Filomena» al arbolado de la ciudad de Toledo

Los días 7, 8 y 9 de enero de 2021 pasarán a la historia de Toledo por haber contemplado el mayor temporal de nieve que se ha registrado en la ciudad desde que existen datos fiables. Durante esta perturbación, ocasionada por la borrasca denominada “Filomena”, se recogieron en el observatorio de la AEMET localizado en Buenavista más de 55 litros por metro cuadrado de agua en forma de nieve en esos tres días, que se tradujeron en más de medio metro de espesor. En algunas zonas de la ciudad, bien por la influencia del viento y la orografía o bien por haber recibido incluso más cantidad de precipitación, la acumulación de nieve superó los 60-70 cm. Entre el 8 y el 9 de enero se produjo la mayor concentración de la precipitación, registrándose 30 horas consecutivas sin dejar de nevar, algo absolutamente inusual en la ciudad.

Sumado a ello, tras la nevada se sucedieron los días más fríos que el observatorio de Toledo ha registrado nunca (no solo se batieron récords, sino que de los 6 días más fríos en el ranking histórico 5 corresponden ahora a esta ola de frío). Estas temperaturas tan bajas impidieron que la nieve se fundiera, de modo que fueron casi 10 los días que todo el peso de la nieve estuvo actuando en las superficies donde quedó posada.

 

Estamos, por tanto, ante un evento extraordinario que, como es lógico, ha tenido también consecuencias extraordinarias. En el caso del arbolado de la ciudad de Toledo, estas consecuencias han sido importantes, especialmente en ejemplares y especies con ciertas características que les hacían más vulnerables a una cantidad tan grande de nieve en sus ramas que, al acumularse, sumaban un gran peso.

 

Esa elevada masa depositada sobre los árboles provocó que muchos ejemplares vieran cómo muchas de sus ramas se quebraban y, en los casos más graves, ocasionó la caída del árbol al completo o su resquebrajamiento a lo largo del tronco.

 

De modo resumido, se pueden enumerar los factores que más han influido en la severidad de los daños ocasionados por la nieve en los árboles de Toledo durante este episodio:

 

  • Especies de hoja perenne: las especies de hoja perenne, como es lógico, presentan una capacidad de retención de nieve en sus copas muy superior a las de hoja caduca, al servir las hojas como receptáculo de los diminutos cristales de hielo, generando grandes embolsamientos de nieve que en muchos casos terminan por quebrar las ramas del árbol. Dentro de este grupo, las especies que además presentan una copa globosa, se han visto más afectadas aún. Esta afección no ha distinguido a especies autóctonas de alóctonas, habiéndose observado graves daños tanto en ejemplares de especies autóctonas, como encinas, enebros o pinos, como en introducidas: aligustres, eucaliptos o cipreses, entre otras.
  • Ejemplares que presentaban troncos inclinados con anterioridad a la tempestad. Se ha constatado que las afecciones en estos casos han provocado daños mucho mayores al tener el centro de gravedad desplazado, lo que hizo que el peso acumulado en las ramas y en el propio tronco generase un “efecto palanca” que ha provocado el tronchamiento de muchos ejemplares. Este factor ha sido determinante especialmente si los ejemplares eran de especies de hoja perenne, como es el caso de pinos, aligustres o cipreses.
  • Ejemplares con patologías previas o malas prácticas de poda en años precedentes. Se ha comprobado que aquellos ejemplares que presentaban un estado más precario por diferentes razones (desequilibrio estructural, oquedades, enfermedades, crecimiento débil con ramas frágiles, etc.) han sufrido daños más severos por la carga de nieve. Es especialmente importante reseñar que los individuos que habían sufrido podas drásticas en años anteriores, incluso en los decenios previos, han sido de los más afectados por los meteoros acontecidos durante los días citados. Las ramas que brotan tras las podas bruscas son órganos que no conservan una estructura leñosa en equilibrio con el conjunto del árbol, sino que se pueden considerar como postizos adosados, sin anclaje y fijación, y sin capacidad de resistencia ante cualquier anomalía: vientos, granizadas, nieve intensa o, incluso, a su propio peso una vez que engrosan. Es decir, la inserción de esas ramas que intentan sustituir las previamente podadas es débil e inestable al tronco o ramas principales, lugar por el que fracturan. Los árboles nos devuelven los males que les hemos producido.
  • Ejemplares de gran porte.También se ha comprobado que los ejemplares de mayor tamaño se han visto más afectados en términos relativos. Ello se explica porque dichos ejemplares poseen ramas de mayor longitud, y que por tanto poseen más puntos de acumulación de nieve, lo que se traduce en un gran peso que, en muchos casos, ha sido suficiente para partir las ramas más largas de dichos ejemplares dejándolos muy maltrechos. Este ha sido el caso, por ejemplo, de los pinos del Campo Escolar, muchos de los cuales datan de 1906 cuando fueron plantados en la Fiesta del Árbol promovida por Luis de Hoyos Sanz.
  • Ejemplares de copa globosa. La gran superficie proporcional en la que la nieve se ha acumulado ha supuesto la rotura de ramas o el desgarro total de toda la copa. En el caso de variedades de jardinería supone, además, que existe un punto crítico de injerto en la base de la copa, por lo que carece de resistencia estructural ante este tipo de eventos. Ha sucedido en pinos piñoneros, olivos, aligustres de bola, olmos de bola, acacias de bola, etc.

 

Siendo estos factores los más determinantes, las dimensiones de la nevada han sido tales que ni siquiera se han librado ejemplares jóvenes, de hoja caduca, vigorosos, sanos y sin podas previas. Aunque en ellos la incidencia ha sido menor, se han deteriorado o perdido, por ejemplo, algunos excelentes almeces (como el que existía en la plaza del Conde o alguno de la plaza del Salvador, que se partieron en dos por el peso de la nieve), algunas falsas acacias, plátanos, melias, sóforas, moreras… Especialmente sensibles se han mostrado los olmos pumilas, pues casi todos ellos han sufrido daños en mayor o menor medida. Por tanto, se puede decir que las afecciones han sido graves y excepcionales para árboles y especies de muy diferente condición.

 

Por otro lado, hay que destacar otra serie de daños ocasionados por las extremas heladas de los días posteriores a la Gran Nevada. Aunque sus efectos no son tan visibles como los desperfectos producidos por la nieve, hay ejemplares de especies propias de climas algo más cálidos que el nuestro que posiblemente se vean afectados. En algunos casos tardarán semanas y en otros incluso meses, hasta la próxima primavera, para poder apreciar los daños sufridos por ellos. Entre estos se encuentran algarrobos, árboles botella, eucaliptos o algunas especies y ejemplares de palmeras.

 

Las conclusiones que cabe extraer, desde el punto de vista de la gestión del arbolado, son las siguientes:

 

  • Si bien ante una nevada de estas dimensiones ningún árbol de ninguna especie propia del clima mediterráneo, o adaptado a condiciones climáticas semejantes, puede garantizar la supervivencia y su estabilidad estructural, en el futuro convendrá que los árboles de Toledo:
    • No presenten inclinaciones excesivas de tronco. Esto es válido no solo para posibles daños causados por nevadas, sino también para temporales de viento y tormentas.
    • Sean podados solo en caso de necesidad y siempre bajo control de un técnico que determine la idoneidad de la operación considerando el tipo de especie, el ejemplar concreto y el fin perseguido.
    • Presenten el mejor estado fitosanitario posible, evitándose en la medida de lo posible su debilitamiento ante el ataque de plagas y enfermedades con los correspondientes tratamientos y minimizando su aparición con el empleo de buenas prácticas.
  • No conviene demonizar ninguna especie por lo sucedido con Filomena, pues casi todas se han visto afectadas en mayor o menor medida.
  • Es conveniente diversificar al máximo las especies y variedades plantadas en los espacios urbanos (parques, jardines, alineaciones), pues de esta manera ante cualquier daño no previsto por diferentes futuros problemas (nieve, contaminación, enfermedades, plagas, alergias polínicas…) hay más seguridad de que la afectación repercutirá sobre un pequeño porcentaje de ejemplares, manteniéndose el dosel arbóreo urbano en buenas condiciones y con buena salud.

 

Las consecuencias de la tempestad han sido tan dramáticas en todo el centro de la península ibérica, especialmente en Toledo, que se pone de manifiesto la importancia de contar con un Plan Director del Arbolado Urbano. Esta herramienta, cuando está actualizada y en vigor, incluye un inventario exhaustivo que facilita la gestión y trasparencia en el manejo del bosque urbano. El Plan Director es una herramienta clave para fijar los objetivos de la ciudad en lo relativo a su futuro arbóreo, de modo que marque las líneas maestras de la gestión sin que un evento (llámese tormenta, sequía o nevada) haga perder a la ciudad el norte en lo referente a dónde quiere llegar respecto al estrato arbóreo de la misma.

 

Justo hace tres años esta Real Academia instaba al Ayuntamiento de Toledo a que elaborase a la mayor brevedad posible un Plan Director de Arbolado Urbano. Transcurrido este tiempo el gobierno municipal no lo ha llevado a cabo, a pesar de que a esta petición también se han sumado a lo largo de los últimos meses diferentes colectivos vecinales y políticos. Es una herramienta que cada vez se hace más necesaria y que el Ayuntamiento no puede posponer más allá de los plazos necesarios para llevarla a cabo.

 

Además, con eventos no relacionados con la borrasca y las heladas, pero casi coincidente en el tiempo, como es la mutilación del Taray de Safont el día 22 de enero de 2021, uno de los monumentos vegetales más destacados del término municipal de Toledo, se hace imprescindible y urgente la elaboración del Catálogo de árboles y arboledas singulares del término municipal de Toledo y la protección municipal de todos aquellos elementos recogidos en el mismo.

 

Por último, hacer ver que las zonas verdes han de ser el espejo en el que se refleja la ciudad, y en ellas deben ser los árboles los elementos más destacados y prominentes.

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