La Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo aprobó durante su última sesión una moción para exigir a las instituciones que frenen el estado de ruina y contribuyan a consolidar los restos del castillo de Oreja, situado dentro del término municipal de Ontígola.
Sus restos se limitan en la actualidad a la torre del homenaje, de planta cuadrada y considerable altura, que se encuentran en un estado lamentable de conservación, con dos grandes grietas en los muros oriental y occidental, que arrancan desde arriba y que llegan hasta prácticamente los cimientos. Según la moción aprobada por los académicos, «la estructura no aguantará mucho y si no se le pone remedio pronto colapsará, sin posibilidad de recuperar un bien de incalculable valor».
Por este motivo, a la espera de que arquitectos y arqueólogos determinen qué medidas técnicas es necesario tomar y evitar que los daños se conviertan en irreparables, la Real Academia ha dado la voz de alerta ante la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, la Diputación Provincial, el Ayuntamiento de Ontígola y el Ayuntamiento de Noblejas (pues el castillo se encuentra situado entre estos dos municipios).
La preocupación expresada por la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo coincide con la de la asociación Hispania Nostra, en cuya Lista Roja del Patrimonio está incluido el monumento. Por este motivo, la moción también le ha sido comunicada a este organismo.
El castillo de Oreja, la antigua Aurelia romana, vigilaba una calzada romana que cruza por la margen izquierda del Tajo y llevaba desde Toledo a Zaragoza. Edificado en época islámica, fue conquistado por Alfonso VI a finales del siglo XI. En el XII formaba parte del sistema defensivo de la ciudad de Toledo y su custodia fue confiada a la Orden de Santiago, que lo reedificó. Desempeñó un papel importante durante las invasiones de almorávides y almohades.
Al lado del castillo surgió un pequeño poblado de agricultores y ganaderos que subsistió hasta mediados del siglo XX. Constaba de una sola calle sin salida para unas doce familias. Hoy todo está derrumbado. Queda en pie solamente una ermita dedicada a Nuestra Señora de la Asunción, donde es preciso llegar sin comunicación por calzadas de asfalto y donde cada verano se congregan los vecinos de Ontígola y Noblejas.
La moción aprobada por los académicos, para finalizar, destaca los valores paisajísticos del entorno del castillo, «impresionante situación sobre un mirador que domina la vega del Tajo y sobre un elevado montículo que cae a pico por el lado norte, rodeado de cárcavas profundas».