Hace quinientos años los cimientos de España se conmovieron por la rebelión de las Comunidades de Castilla (1520-1522). Pocos acontecimientos de nuestra historia común han sido tan determinantes para el futuro y el tablero político de su tiempo. Unos turbulentos sucesos que marcarían un antes y un después en el rumbo político del Viejo Continente y que ahora deberíamos conmemorar, coincidiendo con su V Centenario.
Todavía hoy, siglos después de haberse apagado las llamas comuneras, resuenan en nuestra mente personajes indomables, ya míticos, como fueron los líderes comuneros: Juan de Padilla y María Pacheco “La Leona de Castilla” Juan Bravo, Francisco Maldonado, el obispo Acuña y tantos otros; frente a los cuales se alzaba la figura emergente del emperador Carlos V. Todos ellos, iconos indelebles de nuestro pasado.
El grito de ¡viva la Comunidad! durante esos difíciles años galvanizaron los ánimos de muchos en defensa de sus fueros y privilegios. Un movimiento tan complejo como heterogéneo, lleno de aristas, que lo mismo se manifestaba en los púlpitos o las imprentas que en los campos de batalla, asediando fortalezas o derribando palacios.
Y sin embargo, ahora todo es olvido… La pandemia, las urgencias políticas, la suma de celebraciones aplazadas y la falta de iniciativa institucional parece arrojar un manto de silencio sobre este evento de singular relevancia como pocos.
Desde la sociedad civil y desde la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo queremos reivindicar la memoria de tantos hombres y mujeres de otro tiempo que se vieron en la encrucijada de seguir una u otra causa, no dejando indiferentes a nadie. Paradójicamente, la Ciudad Imperial se erigió en defensora a ultranza de la justicia y el buen gobierno, calando su discurso no solo en el actual territorio castellano-manchego sino en toda la Península Ibérica e incluso en América. Conceptos como Junta o Comunidad fueron ahora cuando terminaron de cristalizar y la palabra libertad, más que nunca, estuvo en boca de todos. Además, sus protagonistas han dado nombre a calles y plazas, colegios e institutos e incluso a asociaciones de todo tipo y merecido monumentos.
No queremos, ni debemos, dejar pasar la ocasión de recordar este episodio histórico. Nuestra memoria está impregnada de muchos de sus ideales, valores y sucesos, vencidos pero no sepultados en la batalla de Villalar, el 23 de abril de 1521.