Ventana de la calle de los Aljibes
La Real Academia se ha dirigido al Ayuntamiento con la siguiente petición, para que haga llegar al Consorcio de Toledo la conveniencia de devolver a una histórica ventana de la calle de los Aljibes el aspecto que tenía antes de ser tapiada, y así pueda recuperar este rincón la belleza que siempre ha conservado.
En nuestra ciudad de Toledo, el agua potable, ha sido en numerosos periodos de nuestra historia, especialmente en las épocas cíclicas del estío y en periodos de sequias, un elemento si no escaso, sí poco abundante. Esta carencia y la dificultad para poderla conseguir, la llevo en determinados momentos de nuestro pasado a convertirla en objeto de limosna.
Esta curiosa circunstancia se dio en el pasado, cuando en épocas de carencia prolongada de precipitaciones los aljibes de algunas comunidades religiosas de clausura se agotaban, y entonces los vecinos de Toledo llevaban el precioso líquido para donarlo las monjas de clausura.
Un caso concreto lo encontramos en el convento de las religiosas capuchinas franciscanas, que, al ser una comunidad de clausura, no podían abandonar su cenobio para poder obtener el agua necesaria para su subsistencia.
Era entonces cuando los vecinos y el pueblo de Toledo acarreaban en cántaros y cubos el líquido elemento y, sin pasar al convento, vertían el contenido de sus recipientes en las ventanas que comunicaban la calle con los aljibes situados en el interior.
La calle de los Aljibes, (vía así llamada por tener la peculiar característica de tener las bocas de entrada de dos de estos aljibes interiores de las Capuchinas), conserva dos de estas ventanas; una se encuentra a nivel de la calle y la otra está más elevada y a ella se accede por una pequeña escalera de fábrica con envejecidos escalones de granito. Estas dos ventanas han llegado en perfecto estado hasta nuestros días, y hasta hace pocas fechas conservaban su romántico y bello aspecto de sólida hechura de madera envejecida por el paso del tiempo.
Pues bien, recientemente una de esas ventanas, que cerraban la comunicación entre la calle y los aljibes, ha sido inútilmente destrozada.
Pasado un tiempo, se tapó provisionalmente su vano con unas tablas de cajón burdamente clavadas y posteriormente se ha cerrado con unos ladrillos y yeso.
La esquina de la calle los Aljibes donde se encuentran estas ventanas es un bello y romántico rincón de nuestra ciudad en el que se da, además, esta característica de haber sido testigo de esta curiosa tradición histórica de la “Limosna de Agua”.